Desastre Margarita 2014

Todo comenzó con la invitación a la boda de Rossana, una amiga mía de la universidad.
La historia de su relación, es demasiado surreal: se fue a hacer un curso de inglés a Canadá, conoció a un suizo y dos años después se casaron. Stephan, enamorado de Venezuela, eligió que la boda fuera en Margarita, así que el fin de semana del 25 de Abril sus amigos y los de Rossana nos fuimos para allá.

Desde el momento de la compra del pasaje la vaina fue accidentada. La boda era el viernes 25 de Abril a las 5:00pm, y no encontramos pasajes sino para ese mismo día a las 12:00m. Hablo en plural porque Malala venía conmigo.



Viernes, 25 de Abril
Es el día del viaje y no conseguimos ride al aeropuerto, como somos pobres decidimos irnos en autobús. Sí, esos que se agarran al lado de la Galería de Arte Nacional. A las 8:30am mi hermana, que iba al trabajo, nos dejó en Plaza Venezuela y ahí agarramos una camionetica hasta la estación de autobuses. Cuando llegamos, se acababa de ir un autobús. Salen cada media hora. Compramos tickets para el de las 9:00am. Nuestro vuelo era a las 12:00, pero bajamos más temprano para ver si lográbamos montarnos en el de las 10:30.

Llega el autobús y se empieza a montar la gente. Malala y yo por andar de gordas comiendo empanadas, nos montamos de últimas y tocamos separadas. A mí me toco EL PEOR PUESTO DEL AUTOBÚS. Sí. Ése en todo el medio de la última fila. Ése en el que si el autobús pega un frenazo caes estortillado en el pasillo. Ése. "Afortunadamente", estaba empotrada entre los dos señores que tenía a cada lado. Cabe destacar que uno de ellos tenía los brazos afeitados y tenía cañones. :)

Yo durmiendo empotrada.

Al llegar al aeropuerto, nos encontramos con que estaba FULL. Le pregunto amablemente a la jeva del check-in que si hay posibilidad de irnos en el de las 10:30 y me dijo: "Ay, no, mamita, todo está sobrevendido". La miré con cara de Gato con Botas y me hizo hablar con otra jeva que nos dejó pasar porque no teníamos equipaje aparte del carry-on.

Pasamos y el vuelo de las 10:30 ni siquiera tenía puerta asignada a las 10:00am. #BIBACHIABE
Estuvimos toda la mañana persiguiendo a la gente de Laser, hasta que por fin, como a eso de las 11:00 asignaron la puerta; una de esas puertas niches de abajo en las que te tienes que montar en autobús para ir al avión. Nos acercamos a la puerta y le dijimos al señor que nos pusiera en lista de espera, que nosotras estábamos para el siguiente vuelo. "Sí, sí. Está pendiente que todavía no vamos a llamar". Como la niche que soy me fui a dormir al piso pegada de una pared con mi maletica y a las 12:15 Malala me despierta porque comenzaron a llamar, PARA EL VUELO DE LAS 10:30.

Nos acercamos por detrás de fila a la puerta y comenzamos a esperar pacientemente, viendo como la caraja tachaba con un resaltador anaranjado cada puesto que se iba ocupando. Se acaba la gente y quedan ocho puestos. Comienza la ansiedad. "LASER 10:30! LASER 10:30!", gritan el personal como por 10 minutos más hasta que quedan dos puestos. Cuando estábamos casi celebrando que nos íbamos en el vuelo anterior, que irónicamente terminó saliendo más tarde de la hora original del nuestro, un señor se montó porque supuestamente el estaba ahí antes que nosotras. OK.

No tenía ganas de pelear y nos fuimos a Church's Chicken a comer y esperar nuestro fucking vuelo que terminó saliendo a las 2:30pm (tengan en mente, la boda es a las 5:00). Ah, claro. Después de comer, Malala se fue a hacer los rulos en el baño del aeropuerto para que nos diera tiempo de llegar puntuales.

A las 3:00pm aterrizamos en Margarita, pero resulta que ahora hay que hacer una cola kilométrica, bajo el sol, fuera del aeropuerto, porque hay un operativo del SAIME en el que te piden la cédula y huellas dactilares para entrar a la isla. Una pequeña migración.

Por supuesto, que al llegar al edificio a las 4:20pm, no podíamos pasar sin problemas. Resulta que como el apartamento no es de nosotras, ambas debíamos tener autorización y sólo yo la tenía. Menos mal resolvimos rápido y a las 4:30 nos empezamos a arreglar. Como somos mujeres eficientes, a las 4:50 estábamos saliendo vestidas, peinadas y maquilladas, para llegar a la iglesia a las cinco en punto.

La boda fue mitad en alemán, mitad en español; fue bien atípica. El cura era un bonche y decía en medio de la iglesia cosas como: "Qué hace esta negrita bella con este catire? Uno ve a esta negra por la calle y cualquiera se le pega".
O cuando les preguntó cuántos hijos querían tener y Stephan dijo cuatro: "Ah, claro! Será que los van a tener allá, porque aquí no hay leche pa' tanto muchcacho!"

La ceremonia terminó con una versión de Happy tocada en vivo y los recién casados bailando their way out.






Luego de eso, fuimos al castillo que está frente a la iglesia para una sesión de fotos de los novios (y de nosotros con nuestros celulares piches).


Luego, agarramos unos autobusitos contratados para la boda y nos fuimos a Guayoyo Café, en donde nos estaban esperando con unos daiquiríes. Recibimos a los novios con globos y comenzó todo.

A pesar de ser una boda pequeña (50 personas máximo) fue una de las mejores bodas a las que he ido. Los novios tenían un baile preparado de un remix que hizo Stephan que incluía canciones den español, alemán y canciones que significaban para ambos. Luego, la mamá de Stephan dijo unas palabras muy lindas, y después de un rato, él y sus amigos nos enseñaron sus tradiciones.

La primera era una lucha entre los hombres, que consistía en jalarse por unas cuerdas que tenían en unos pantalones especiales, el que lograra pasar al otro por encima del hombro ganaba. Claro, que la demostración fue algo injusta porque uno de los mejores amigos de Stephan, medía como dos metros y era súper grande. Le decíamos "nevero".

La segunda era un show de muppets hechos por los mismos familiares. Era como un estanque con hojales del que salían ranas a cantar nada más y nada menos que CULIQUITACA. Fue lo máximo.


La tercera era para el novio y la novia. Tenían que hacer juntos algo que relacionara las profesiones de ambos; en este caso carpintero y periodista. Les dieron los materiales para hacer un portarretratos en menos de 10 minutos y lo hicieron. Lo mejor fue que mientras lo hacían, les tomaron una foto con una Polaroid y cuando lo terminaron, pusieron la foto ahí. DEMASIADO CUCHI, COÑO.






La última tradición era llenar un libro en blanco, con fotos de los invitados y mensajes para los esposos. Me encantó.

Evidentemente, para ese entonces ya estaba rascadísima porque yo llegué a la boda con mi idea de beber whisky toda la noche, pero entre los daiquiríes de bienvenida y los mojitos que trajo Rocco después, una y otra vez, pues, me fui a la mierda. Y toqué fondo cuando nevero me dio un shot de Jack Daniel's. Menos mal que había un puesto de empanadas.


Hora loca, vasos rotos, bailar tambor descalza, fotos locas con los novios. Todo eso pasó y yo sólo recuerdo bajarme del taxi en el apartamento, sin Malala, porque ella me había mandado a decir que ella se iba por su cuenta (esa historia es de ella para contar).




Mi siguiente recuerdo es yo limpiando mi propio vómito en el cuarto. :)




Sábado, 26 de Abril
Desperté y Malala estaba en la cocina haciendo una sopa. Según ella, yo le abrí la puerta a las 5:00am porque a esa hora la trajo "un viejo".
Reviso todo y veo que soy una borracha consciente: mis lentes de contacto en el estuche, el vestido guindado, las joyas todas en un platico. Wow. Hasta que fui al baño. En la ducha estaban mi morral y una alfombra, que dentro de mi ebriedad pensé que era apropiado lavar, pero luego me arrepentí. Lo impresionante es que le saqué todo y lo puse ordenado sobre la maleta.

Saco el morral de la ducha y lo meto en la lavadora. Después de tres o cuatro intentos, me rendí con el mismo error. Saqué mi bulto y adivinen qué. Lo sentía como pesado. Yo sabía que no podía ser tan arrecha. En uno de los bolsillitos estaba... mi iPod. Lo meneaba de un lado a otro y veía el agua en la pantalla. Lo metí en arroz. Lo prendí. Funcionó. Todavía tiene errores de disco.

Ese día Malala y yo fuimos unas orugas. Pasamos el día vomitando y nos comunicábamos haciendo "MMMMMMMMMMM!", lo mejor es que nos entendíamos.

Cuando nos dio hambre, empezamos a ver cuánta plata nos quedaba (con todo el trajín del día anterior, no nos dio chance de sacar más). Nos quedaban 200 bolos. Yo con un Nokia sin internet y Malala sin megas.

El primo de Malala, nos mandó un sms con el número de una pizzería en la que la pizza Margarita costaba 210. Encontré 15 bolos arrugados en uno de mis bolsillos y pedimos la pizza. Bajamos a buscarla en pijama y le dimos los billetes arrugados de la manera más rápida posible al señor. Qué miserables nos sentimos dejando 5 bolos de propina.

El ratón murió y los papás de Malala nos buscaron para hacer mercado y alimentarnos con las mejores empanadas de cazón EVER que prepara su mamá. De ahí nos fuimos a Moloko con el primo de Malala hasta que caducamos. Ya en la casa nos quedamos dormidas en el sofá viendo Top Chef.




Domingo, 27 de Abril
Pusimos el despertador para ir a la playa porque ya habíamos perdido un día del fin de semana. Cuadramos con Rocco y Kevin y nos encontramos en Playa Parguito. Nos comimos par de empanadas (o cinco, como Rocco) y nos fuimos a alquilar un toldito.

Todo bien hasta que llegó una gorda, tan gorda que tenía camel toe en el culo, y se empezó a echar bronceador en spray que nos estaba cayendo todo a nosotros. Una señora que venía con ella estaba amamantando a su hija de aproximadamente cuatro años en una silla de extensión, y luego la niña se quedo dormida sentada en una silla pequeña de playa y se fue de jeta contra otra silla. Les juro que hice mi mayor esfuerzo por no reírme.

Detrás de nosotros había una jeva bien morena con un trajebaño blanco, a la que le empezamos a decir ciruela pasa porque NIPPLES, y al final del día a Rocco le echaron una cocada encima y a mí me meó la toalla un perro porque KARMA.

Nos fuimos al edificio para bañarnos en la piscina un rato y después Malala y yo nos fuimos a cenar con mi papá que, místicamente, se había ido ese fin de semana a Margarita.


Fuimos a Juana la Loca, qué vaina más pretenciosa. Resulta que los domingos sólo hay menú degustación y pretenden clavarte por eso. Como teníamos poca hambre y mucho sueño, nos caímos a tapas y nos fuimos a terminar de recoger y lavar para irnos a casa de Malala a dormir. Sus papás nos llevarían al aeropuerto porque nuestro vuelo de regreso era el lunes a las 6:00am.


Lunes, 28 de Abril
El papá de Malala nos despertó a las 4:00am todas sudadas de la insolación. Del mercado nos había sobrado un Musli Tres Cereales al que le teníamos unas ganas y nunca nos comimos porque no había leche, pero lo agarramos porque dijimos que apenas llegáramos a Caracas nos lo comíamos.

Así amanecí el lunes.
Empieza nuestro viaje de regreso con el counter de Laser cerrado y una cola kilométrica. Una vez en la sala de espera, me conseguí a una amiga de mi mamá que nos ofreció la cola del aeropuerto a Caracas. Dormimos todo el vuelo y nos paramos todas apuradas para que no nos dejara nuestro ride de regreso a la ciudad. Malala se tuvo que devolver a buscar el Musli, que ya lo estábamos deseando.

Esperamos como tres días porque ellos habían comprado licor y se los tenían que entregar personalmente, y arrancamos a Caracas.

Al pasar el túnel de La Planicie, nos encontramos una cola jedionda característica de Caracas y le recomendé al señor irnos por El Cementerio. Todo bien hasta que caímos en sentido al este nuevamente. Cola. Cola. Había una protesta de lo que sea y además teníamos que irnos con ellos a Caurimare para agarrar un taxi a Colinas de Santa Mónica y estar ahí en casa de mi tía antes de las 9:00am. Imposible.


Con todo el espíritu de aventura que todavía venía conmigo, le dije al señor que gracias, pero que nos bajábamos ahí, en la autopista, a la altura de Santa Mónica. Y así hicimos. Dos pendejas con carry-on caminando por el borde de la autopista, con aquel miedo citadino. En menos de cinco minutos pasó un taxi y nos montamos. "Todo bien, lo logramos".



No. Apenas empezamos a subir la principal de Santa Mónica, el carro hacía un ruido parecido al de Yoshi cuando intenta volar, y en la primera esquina el señor se volteó y nos dijo: "Hasta aquí las puedo subir, eso es una línea de taxi", y señaló un techito vacío en la otra esquina.

Cruzamos la calle y esperamos un rato. Llegó un taxi rápido que sí nos podía subir. Bien panita el señor, nos abre la puerta, me monto con mi maletica y...






Coooooooño.
Evidentemente, no pude hacer otra cosa que cagarme de la risa con lo acontecido del viaje. Malala y yo nos privamos y cuando le medio contamos al señor, también iba cagado de la risa.

Para cerrar con broche de oro, llegamos a casa de mi tía para darnos cuenta de que SE ME QUEDÓ LA CAJA DE MUSLI EN EL CARRO DE LA AMIGA DE MI MAMÁ.




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1 Comentarios

  1. Esto es uno de los relatos más cómicos que he leído en mucho tiempo. Gracias, gracias porque necesitaba reírme así.
    Genial!

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